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Villalar is cool again: la mecha que necesitaba ser prendida en nuestra tierra

OPINIÓN – Por tercer año consecutivo desde Acción Castilla y León nos desplazamos hasta Villalar el pasado 23 de abril para apoyar y participar en la fiesta del día de Castilla y León, recordando la Revolución Comunera de 1521, más presente y necesaria que nunca aunque con otros objetivos y protagonistas. Nuestra asociación ya tiene varios años, pero comenzó como la unión de ‘Jóvenes de Castilla y León’ que habían tenido que emigrar a Madrid en busca del futuro que su tierra no les ofrecía. Por aquellos años era muy raro escuchar voces que reivindicasen nuestra tierra y nuestra cultura de una manera moderna, desde una base económica, cultural o social y no desde el historicismo, el provincianismo o el regionalismo. Sin embargo en los últimos años se ha ido produciendo un cambio que ha prendido rápidamente, quizás porque sólo hacía falta una pequeña mecha que tomase todo el combustible que estaba listo: miles y miles de jóvenes (muchos de ellos emigrados) que sienten su tierra, la de sus padres y sus abuelos, una tierra adormecida y acomplejada en muchas ocasiones, que no disfruta de sí misma e incluso se avergüenza de su propia existencia.

Desde colectivos como el nuestro o como ‘La Perdiz Roja’ se resignifica el concepto de pertenencia, de tradición, de jota, de traje regional, de bota de vino, de comunero. No dejamos atrás los tiempos del manteo al igual que los andaluces no dejan atrás los tiempos del traje de flamenca, simplemente cada generación los adapta a su tiempo, los progresa y los conserva. Y eso nos ha tocado hacer a nuestra generación después de décadas de maltrato por parte de las administraciones autonómicas, provinciales y locales que habían sumido en un invierno total a nuestro folklore y a nuestra identidad como comunidad. Cosa bastante lógica, pensemos que la propia fiesta de nuestra Comunidad Autónoma se basa en recordar la primera revolución moderna (o al menos es su intención). Nuestros políticos se han encargado de adormecer ese sentimiento revolucionario y reivindicativo y por supuesto nuestro sentimiento de comunidad (por separado somos más débiles y maleables). Cuanto más divididos, más fáciles de controlar.

Ese es otro melón, porque sea cual sea el nombre que defina tu sentimiento de pertenencia, ya sea Castilla y León, Castilla, León, Tierra de Campos, El Bierzo o Tierra de Pinares, éstas solo son eso: simples nomenclaturas para fronteras cambiantes a lo largo de los siglos, simples dibujos en un mapa para compartimentar una sociedad, una identidad, un folklore, unas problemáticas y una cultura con cientos de años en común. Por supuesto que tenemos diferencias que nos enriquecen, y las tenemos que potenciar, pero no es menos cierto que las fronteras solo restan, y nos toca vivir con una división territorial determinada que solo nos perjudica o beneficia en base al trabajo de sus (nuestros) gobernantes. De ellos dependen los verdaderos cambios y mejoras que necesita nuestra tierra. Nuestra Comunidad Autónoma y otras vecinas como Madrid o Castilla-La Mancha, cada una con sus regiones, provincias y comarcas, son parte de una herencia cultural y social mucho más amplia, acogedora y compartida por otros muchos pueblos de España. Gracias a estos nuevos movimientos ya no entendemos Castilla o León como simples términos geográficos, son un término cultural y social. Incluso folclórico.

Afortunadamente mirando a la campa hoy descubrías miles de jóvenes con sus camisetas de ‘Make Castilla cool again’ o ‘En abril para más señas’. Grupos de folk que reinventan nuestra música como ‘Delameseta’ o ‘Dulzaro’. Artistas que toman lo nuestro y lo mezclan con orgullo como el ‘Chacho Cósmico’. Niños y niñas disfrutando de las dulzainas junto con sus abuelos, esos que se olvidaron de Villalar durante muchos años y han vuelto despertados por la bofetada que la Junta de Castilla y León lanzó a su propia fiesta hace sólo un año.

Este año hicimos nuestra tercera marcha de la campa al monolito donde leímos un manifiesto reclamando futuro para nuestros jóvenes. Industria, vivienda, servicios sociales… Reivindicaciones que llevamos haciendo ya muchos años y que de una manera u otra hacemos escuchar. Y esta es la mecha que hemos encendido nosotros, humildemente, para intentar cambiar las cosas. Para recuperar la ilusión y el orgullo. Para que Castilla y León despunte como una tierra llena de juventud orgullosa de sus raíces, que las toma y las resignifica. Como una tierra labrada por sus gentes, unidas. Al final Castilla y León está como estamos todas: harta. Pero no por eso va a dejar de ser una tía chulísima, así que se va a bailar una jota y va a echar un trago de la bota de vino. 🔥😉